Es un día especial en el ambiente, en los recovecos del Teatro Cariola… a puertas de ver a una banda de nivel mundial, teatral y agresiva a la vez; se trata de los alemanes Kanonenfeaber .
Los cuales comienzan su implacable y profundamente inmersivo set con una intensidad excepcionalmente siniestra e invasiva. Bajo la distante pero estridente e inconfundible lluvia de
bombardeos de artillería, un anuncio grave en alemán crepita macabramente por el sistema de sonido mientras la banda aparece ante nosotros, con los rostros envueltos en tela negra y cada miembro elegantemente vestido con uniforme militar tradicional. Sumergidos en ricas líneas de guitarra cargadas de distorsión, cuyos elegantes movimientos desenrollados destilan desolación palpable, la inmediatez desgarradora con la que nos lanzamos de cabeza a la batería abrasadora y ametralladora del lacerante tema inicial «Menschenmühle» transforma
instantáneamente el Dome en un verdadero infierno de movimiento frenético. Figuras sin rostro, medio ocultas tras una profusión tóxica de niebla amarillo mostaza; cada centímetro del set meticulosamente orquestado de los alemanes está diseñado para inducir la máxima inquietud y horror en el oyente mediante una sobrecarga sensorial de proporciones verdaderamente implacables. Con una serie de gritos indescriptiblemente corrosivos y un trémolo lacerante, cuyo acento afilado rezuma hostilidad, las impactantes extensiones de percusión despliegan aquí una fuerza e impacto devastadores. Extraído de la primera parte del
sencillo homónimo de 2022, «Der Fusilier I» constituye otra arma letal e impecablemente calculadora de un artista destacado. Con su sección rítmica, una auténtica marcha fúnebre, de precisión rigurosa y reglamentada, junto con la sombría inexorabilidad de un pelotón desventurado que marcha precipitadamente hacia el olvido, este es sin duda uno de los temas más feroces y sonoramente inventivos del arsenal sónico alemán, que trasciende el género. Junto con niveles de aceleración hiperexplosiva que rompen las barreras del sonido, forjados a partir de una mezcla embriagadora de cajas increíblemente propulsivas y contundentes y un ritmo de bajo contundente y contorsionante, este tema también es deliciosamente rico en una atmósfera morbosa y fascinante. Obsérvese, en particular, los diversos episodios de riffs de trémolo irregulares e incesantemente viscerales, cuyas contorsiones oscuras y desenrolladas abundan de tormento indescriptible, o el calado melódico elegantemente esculpido con el que está generosamente provisto este número oscuramente convincente.
Respaldado por una columna vertebral rítmica increíblemente adictiva de grooves retorcidos y densamente reverberantes que inundan la sinapsis de adrenalina, «Kampf Und Sturm» captura, con gran viveza, la monumental carnicería marítima por la que los submarinos de la Primera Guerra Mundial se hicieron rápidamente famosos. Con una banda sonora perfectamente diseñada para un período histórico asolado por una masacre aberrante y sin sentido, una pausa momentánea en esta arremetida, hasta entonces desgarradora, da paso a una masa gigantesca de riffs suntuosos y fatalistas, cuyos estertores, que se despliegan con gracia, están palpablemente cargados de dolor y afligidos por la decadencia.
Siempre comprometidos con los detalles más sutiles y evocadores, la parte final del concierto de Kanonenfieber ilumina el escenario con una intensa iluminación de color rojo carmesí. Nuestros intérpretes, antes envueltos en sudarios, ahora portan una máscara mortuoria elaboradamente tallada, apropiadamente diseñada con la forma de un cráneo humano. Si bien estos diversos accesorios teatrales sin duda añaden una capa adicional de atmósfera inmersiva al conjunto, es la profundidad cruda y pura del sentimiento que los alemanes evocan en cada grito de guerra frenético y en cada espiral de trémolo helado lo que eleva su actuación a una brillantez inolvidable e inquietante.
Y mientras los ágiles e interminables riffs gemelos y los brutalmente propulsivos ganchos vocales del épico cierre «Ausblutungsschlacht» se desvanecen en la nada bajo una melancólica ráfaga de notas de piano, puntuadas periódicamente por la macabra lluvia de disparos
distantes, lo que hemos presenciado aquí esta noche es una experiencia única. Una conjuración de brutalidad incesante y desesperación inconmensurable, que retrata, con un estilo que trasciende el género y una intensidad infinitamente evocadora, un período de atrocidad y pérdida inimaginables. Y, por desgracia, mientras estas largas y perdurables líneas de corrupción ávida de poder, conflicto territorial y odio continúan resonando a lo largo de los siglos, infectando generación tras generación de seres humanos desventurados, la suya es una historia demasiado relevante para los tiempos cada vez más convulsos en los que vivimos.
Reportaje Por: carlos Diaz Fredez.
Fotografias Por: Rubén Garate (@brutal_pebre_)