El grupo sigue adelante con dos componentes originales
La banda de Thrash Metal SADUS vuelve a la palestra con un sexto álbum de estudio, “The Shadow Inside”, muchos años de silencio después, tras un desapercibido “Out For Blood” de 2006. En la banda permanecen dos miembros originales, Jon Allen (batería) y Darren Travis (vocalista y guitarrista), que intentan reverdecer los laureles que tuvo su grupo en los últimos años 80 y primeros 90 a nivel de inspiración, que no de fama.
Fue entonces cuando se lanzó un trío de ases importante con los discos “Illusions”, “Swallowed In Black” y “A Vision Of Misery”. Publicados entre 1988 y 1992, brindando momentos de gloria al Thrash. Aquellos también fueron años de gloria para SADUS, porque aunque nunca fue un puntal de la escena en cuanto a renombre, gozó de un respeto descomunal.
SADUS pasaba por ser una de las bandas más extremas del Thrash estadounidense, tanto en el plano de la intensidad, que rozaba el Death, como por la cuestión de la complejidad instrumental, llevando a cuotas muy altas de velocidad determinadas ejecuciones que hacían de su música algo difícil de igualar por otros grupos.
Para lograr grabar estos incunables del Thrash – Death, Allen y Travis compartían entonces filas con Rob Moore, guitarrista que solamente grabó estos trabajos y desapareció prácticamente por completo de la escena (excepto para hacer algunos trabajos a nivel gráfico para otros grupos como AUTOPSY) y el, ahora sí, archiconocido bajista Steve DiGiorgio. Este pluriempleado del Metal (ya en 2015) abandonó el barco de SADUS, estando ahora en activo, por ejemplo, en TESTAMENT o CHARRED WALLS OF THE DAMNED.
SADUS vuelve a la carga 18 años después con «The Shadow Inside»
En este nuevo SADUS, Allen y Travis están solos y, por desgracia para nosotros, no son capaces de volver al punto de inspiración que tuvieron en ese cuatrienio dorado. La chispa compositiva no les acompaña por completo, y aunque el trabajo es bastante entretenido, no está al nivel de su pasado legendario, pero se intenta aproximar y deja ciertas maneras: el que tuvo, retuvo. Tampoco aparecen todos los elementos que les hizo grandes, como esas pistas de bajo tan prominentes y ese sonido tan americano, orgánico y espeso, que casi se podía cortar según salía de los altavoces.
Todo eso se ha ido, pero se mantiene el sonido ultraviolento (salvo en algún interludio como “New Beginnings” o la propia “The Shadow Inside”) y cierto gusto por la técnica (aunque ya menos acentuado), señas de identidad que SADUS sí conserva. A pesar de ello, no es suficiente para que este álbum trascienda demasiado en la escena actual del Thrash, pero sí para superar su citado anterior trabajo y para contentar a sus fieles.
Quizá un legado tan grande, de un peso tan enorme, me impida ver más cosas buenas en esta nueva entrega, pero desde luego unas cuantas tiene. Por encima de todo, como fan incondicional del grupo, me encuentro entre aquellos que agradecerán que la banda estadounidense siga en activo, y, además, mostrando una energía altísima. Aún se respira puro odio, a flor de piel, aunque sea con su esencia clásica algo mermada.
Y es que, a pesar del esfuerzo y del buen tono general, la genialidad se rozó por momentos pero no se alcanzó plenamente, ni en los mejores temas “First Blood”, “Anarchy” o “No Peace”, además del título que bautiza y cierra el trabajo.
Aunque se nota que falta cierta frescura, sigue siendo un trabajo difícilmente igualable en furia por otros músicos: todo lo que había en su interior ha salido fuera, con una música que vive al borde de la aceleración casi imposible y de la agonía vocal, algo encomiable.
Los fans de toda la vida de SADUS respetarán “The Shadow Inside”, lo reconocerán como un buen disco y lo disfrutarán, a pesar de que no podrán encumbrarlo como a otras obras del grupo.